Actualmente vivimos una de las peores épocas dentro de nuestra historia contemporánea debido a la pandemia del COVID-19 o conocido más comúnmente como coronavirus. Nunca antes habíamos tenido un impacto tan grande en nuestras sociedad, al punto de que decenas de países han mantenido a su población prácticamente paralizada y esperando una vacuna. Pero las vacunas no han sido una opción en la historia sino hasta hace apenas un par de siglos.
Este virus que nos ha tenido a millones en casa, al mundo paralizado y aterrorizado, no es la primera enfermedad que causa este tipo de estragos, refiriéndonos a las muertes, miedos, paralización del mercado e incluso medidas sanitarias que incluyen máscaras y aumento de la higiene. De hecho, en mucho tiempo no habíamos tenido una emergencia sanitaria como esta, al punto de que nuestra primera gran referencia fue una de las mayores catástrofes de salud ocurridas en todo el mundo hace cientos de años.
Estamos hablando de la enfermedad conocida como Peste Negra, peste bubónica o muerte negra (Black Death), también llamada entre los médicos de la época como maxima pestis generalisque, que arrasó a una parte inmensa de la población de Europa en el siglo XIV, alcanzando su punto máximo entre 1346 y 1353, acabando con entre el 30% y el 50% de la población europea.
Esta epidemia de peste, fue la mayor de Europa hasta ahora, sin embargo tocará esperar como se desarrolla el coronavirus para ver si llega ser comparable. Pero actualmente contamos con condiciones sanitarias y científicas mucho más favorables para evitar otro momento en el que decenas de millones de personas perezcan ante una enfermedad como esta que puede contenerse a tiempo. Antes de la peste negra, el continente europeo fue asolado por una epidemia en los tiempos del emperador Justiniano, ubicado entre los siglos VI y VII. Este fue el precedente para la peste negra, sin embargo no fue comparable con esta enfermedad.
La peste negra se transformó en una compañera inseparable de las personas que viajaban entre las distintas regiones de Europa y Asia, aunque la peste se propagó principalmente en el continente europeo, hasta principios del siglo XVIII cuando ocurre su último brote. No obstante, ningún brote se compara al del punto máximo (1346-1353), donde la conducta y consciencia de las personas fueron afectadas drásticamente, al punto donde es reconocida mayormente por el atuendo que usaban los médicos de la época. Igualmente, en aquel momento histórico habían otras enfermedades endémicas que afectaban a la población, algunas de ellas eran la disentería, la gripe, el sarampión y la lepra, pero ninguna causó tantos estragos como la peste negra, principalmente debido a que a estas enfermedades se les encontró alguna manera de tratarlas con una mediana efectividad.
Indice
Origen y propagación
Cuando se habla de las enfermedades contagiosas en la Edad Media, existen explicaciones muy diversas respecto a diversos puntos como su origen o su forma de propagación. Por ejemplo, algunas se tomaron de la medicina clásica griega, donde atribuían las enfermedades a la corrupción del aire por la descomposición de la materia orgánica que se trasmitía al ser humano mediante la respiración o a través del contacto con la piel,también conocidos como miasmas. Por otra parte, le dieron una explicación de origen astrológico a la peste, atribuyéndolo a la conjunción y alineación de los planetas, eclipses o cometas. La ciencia en general, y en este caso la médica, no estaba lo suficientemente desarrollada como para conseguir un origen a la enfermedad, considerando además la persecución que había en ciertas áreas de Europea a personas que desarrollaban e investigaban algunos campos de la ciencia.
También trataron de darle una explicación geológica, siendo esta plaga el resultado de movimientos sísmicos y erupciones volcánicas que liberaban gases y efluvios tóxicos. Y por último, la explicación religiosa, donde este fenómeno era de producto sobrenatural que respondía a la ira divina por la naturaleza pecaminosa y falta de arrepentimiento de la humanidad. No faltaban motivos para creer que el fin del mundo estaba cerca.
Fue en el siglo XIX cuando se superó la idea de que la peste tenía un origen sobrenatural, esto principalmente al enorme desarrollo que tuvo la investigación científica en Europa y Asia, y en este caso de nuevo la medicina no fue una excepción. El miedo y terror a un nuevo contagio a escalas mucho más grandes y peligrosas, convirtiéndose en una pandemia debido a que para entonces se había extendido por amplias regiones de Asia, impulsó la investigación científica donde los bacteriólogos Kitasato y Yersin, casi al mismo tiempo pero de forma independiente, descubrieron que el origen de la peste.
El origen y contagio
Pero, ¿de dónde surgía la enfermedad? Definiéndola como una zoonosis, es decir, una enfermedad que pasa de animales a humanos, la peste negra fue causada por la bacteria llamada «Yersinia pestis«, que tenía como principal reservorio o depósito a los roedores como ratas, ratones, ardillas o jerbos, en los cuales se trasmite la enfermedad mediante la infección de pulgas, multiplicándose en el intestino de las mismas. La pulga la transmitía a las ratas y las ratas a los seres humanos. El resto es historia.
Cuando una pulga infectada picaba a una persona, le contagiaba la bacteria provocándole lo que se conoce como la peste bubónica, el virus se multiplicaba en los ganglios linfáticos de la ingle o de la axila, haciendo que se inflamaran y supuraran al punto que se formaran lo que se conoció como bubones, siendo la fuente de su nombre.
Para la época, ser contagiado era sencillo, debido a que los humanos y las ratas compartían molinos, casas y graneros, en general, lugares donde se procesara o almacenara el grano, que utilizaban los roedores como alimento y que se trasladaban por los mismos caminos y medios que las personas, como los barcos. Evidentemente, el control de plagas en esa época era sumamente limitado, y en la mayoría de los casos solo se limitaba al uso de ciertos animales depredadores como ratones para la eliminación de animales que puedieran afectar las cosechas, que era la verdadera preocupación respecto al control de plagas pues se conocía muy poco sobre los animales como portadores de enfermedades transmitibles a seres humanos.
Sobre su origen, en cuanto al lugar especifico, existen múltiples teorías que debido al poco registro histórico es complicado confirmar o tratar con seguridad, sin embargo, parece que los primeros casos ocurrieron en el desierto de Gobi, otros historiadores y estudiosos, señalan su punto de inicio en el País de la Oscuridad, el kanato de la Horda de Oro, lo que actualmente sería Uzbekistán; llegando posteriormente a China, de allí pasó a India, luego a Rusia y más adelante llegó a Europa en 1343, a través de los puertos mediterráneos debido a las rutas comerciales que se establecían entre Europa y Asia y que además crecían notablemente año tras año debido a las mejores en la producción de alimentos y del desarrolo del transporte marítimo.
Se extendió en poco tiempo por toda Europa, teniendo entre las condiciones que facilitaron esta rápida propagación cosas como las pésimas condiciones higiénicas manejadas por prácticamente cualquier habitante de ambos continentes por el desconocimientos de ls peligros de enfermedades por una pobre higiene; los malos hábitos de alimentación de los habitantes debido a las condiciones de pobreza de casi más del 90% de los europeos y asiáticos de la época y los elementales conocimientos médicos de la época. De hecho, esta suma de elementos eran los motivos por los cuales la expectativa de vida entre la población de estos continentes en la mayoría de los países no pasaba de 40 años. Era muy fácil morir debido a enfermedades fácilmente tratables hoy en día.
Cuando llegaba la peste negra a algún lugar que todavía desconocía esta enfermedad, era común que se necesitara una semana luego de producirse las primera muertes para que la población adquiriera conciencia plena del problema, aunque tardaron años antes de que la consciencia adquirida fuera en toda la dimensión del problema. Básicamente, solo sabían que había una enfermedad que causaba ciertos síntomas, pero no sabían su origen, no tenían cómo rastrearlo y por supuesto tampoco conocían de qué manera tratarla para curar a los afectados.
Síntomas y periodo de incubación de la peste negra
Una vez que una persona se contagiaba de la peste negra, el periodo de incubación de la bacteria era de entre 16 y 23 días, transcurrido ese tiempo se manifestaban los primeros síntomas de la enfermedad. Luego de que aparecían los síntomas, su letalidad era extremadamente veloz, pasaban apenas entre tres y cinco días para que la persona muriera de manera dolorosa e intratable. La población europea, la principal afectada ante esta desgracia sanitaria, solo recurría al tratamiento de otras enfermedades para tratar la peste bubónica, pero en la mitad de los casos no surtía ningún efecto y al paciente sufría de este tráfico final.
Para identificar la enfermedad, los principales puntos o síntomas eran la inflamación de ciertos nódulos del sistema linfáticos ubicados en la zona de la ingles, cuello y/o axila, además de supuraciones y fiebres altas que provocaban en los enfermos delirios y escalofríos. Debido a estos síntomas, era fácil confundirla con otras enfermedades.
La peste negra se dividía en varias acorde a su gravedad, la más común era la peste bubónica primaria, pero a su vez habían otras variantes que volvían mucho más complicado el panorama: cuando el contagio pasaba a la sangre, conocido como la peste septicémica o muerte negra, debido a que la infección con la bacteria se manifestaba con oscuras manchas en la piel de su portador. Finalmente, estaba la peste neumónica, donde los afectados veían su sistema respiratorio sumamente comprometido, provocando una tos expectorante difícil de controlar y que complicaba la respiración.
La primera se contagiaba directamente desde las pulgas donde el ser humano no era transmisor de la enfermedad. Y la segunda y tercera sucedían cuando la bacteria llegaba al pulmón del afectado, donde se multiplicaban rápidamente y convertía a las gotículas respiratorias (gótitas de fluidos del cuerpo humano) en transmisores de la enfermedad. Por lo tanto, en este caso debía haber un contacto con alguno de estos fluidos para que la enfermedad llegara al cuerpo y se esparciera. Cuando la bacteria no llegaba a los pulmones se calcula que la mortalidad llegaba al 50%, mientras que las personas infectadas que tenían afectaciones o algún tipo de complicación pulmonar o en la sangre podían tener hasta un 100% de mortalidad. La peste negra era casi con seguridad en aquella época una sentencia de muerte de la que era muy difícil escapar a menos que contaras con un sistema inmunológico sumamente privilegiado, cosa que en el siglo XIV era un privilegio para aquellas personas con mejores condiciones de alimentación y salubridad.
Mortalidad y consecuencias de la peste negra
Los estudios a partir del registro histórico establecen que tan sólo en Europa murieron alrededor de 60 millones, mientras entre África y Asia, se calculan entre 80 a 120 millones de personas fallecidas por esta enfermedad letal. Es decir, entre 140 y 180 millones de personas fallecidas en apenas unos años, todo por un virus transmitidos en roedores. Sin embargo, otras cifras a partir del registro de otros historiadores hablan de más de 250 millones de personas que perecieron debido a la peste negra.
Es por esto que esta pandemia influyó directamente en el desarrollo político, social y económico de toda la humanidad, siendo una enfermedad que marcó directamente en el curso de la historia. Implicó un alto a una enorme parte de las actividades de Europa y Asia, además de un gran retraso demográfico en la población de ambos continentes. Algo parecido al coronavirus, solo que a una escala muchísimo mayor y sin posibilidad de detenerse en apenas unos meses como podemos hacer en la actualidad.
En Europa, la peste negra no se detuvo solo en sus momentos de mayor auge sino que también se repitió en sucesivas oleadas hasta que se registró el último brote a principios del siglo XIX, sin embargo el foco que acabó con más vidas y que causó el impacto más importanto fue el del año 1346.
Los investigadores de este fenómeno histórico de salud han encontrado gracias al rastreo de la enfermedad por medio de las distintas rutas comerciales establecidas en aquella época, que entre 1346 y 1837 en Europa los contagios no pueden explicarse por las zonas de proximidad de infecciones, sino que debieron ocurrir por introducciones desde el exterior. Además, encontraron que en periodos húmedos y fríos en Asia Central aumentaban los contagios entre humanos, debido al aumento de roedores en estas temporadas. Es decir, se sospecha que Asia fue el origen de esta pandemia pues las evidencias apuntan a que no pudo haber surgido en Europa.
Los estudiosos llegaron a esta conclusión luego de estudiar y relacionar 7700 brotes de peste que ocurrieron en los periodos anteriormente señalados (entre 1346 y 1837), también revisaron datos históricos del clima de ambos continentes en sus distintas regiones y periódos climáticos, junto a las rutas de comercio marítimo entre Asia y Europa.
La peste tuvo un impacto espantoso en toda la población de la época: por una parte, se transmitía a través de un huésped inesperado, fatal y desconocido; por otra parte se ignoraba completamente su origen y por ende su terapia, afectando a todos por igual, sin distinción entre pobres y ricos, plebeyos y realeza, quizás por esto, las fuentes escritas lo retrataban como un evento apocalíptico y como una enfermedad de origen divino para castigar al mundo por sus pecados, esto a partir de la relevancia de la iglesia católica en aquel período histórico en la mayor parte de Europa.
Además, para las mujeres con tan pocos derechos para la época debido a las condiciones culturales, la muerte de sus padres y cónyuges llevó al aumento de la prostitución y relaciones extraconyugales para así procurar el sustento de las familias que además de perder a una parte de sus integrantes, no podían trabajar o veían afectadas sus cosechas en un período histórico en el cual era común que las familias dependieran de su propia producción de alimentos por medio del trabajo en el campo.
El desafortunado evento de los grandes decesos en Europa trajo consigo que para mediados del siglo XV, hubiera un aumento salarial notable, debido a la escasez de trabajadores. Ya el problema no era la pérdida de cosechas por las las plagas, sino por la falta de trabajadores para realizar el recogido de la producción sembrada. También se produjo una alta emigración del campo a las ciudades para ayudar a recuperar su dinamismo y equilibrar las condiciones demográficas. Mientras en los campos, algunos campesinos pobres pudieron acceder a tierras abandonadas, impulsando esto la economía rural en una Europa en la cual casi todas las tierras estaban en posesión de señores feudales con pocas intenciones de cultivo de la tierra sino de su posesión como un bien comerciable. Es por esto que algunos autores señalan que la gran letalidad y mortandad causada por la peste negra pudo haber acelerado el arranque del Renacimiento y dar inicio a la modernización de Europa.
Tratado médico de pestes
A inicios de 1348, un médico y catedrático de Medicina del Estudi General, en Lérida, una ciudad española, se enteró que al otro lado de los Pirineos, la peste negra había avanzado peligrosamente hasta el Rosselló, arrasando y acabando con gran parte de las poblaciones de Montpellier o Aviñón. El mestre en Arts i Medicina Jacme d’Agramont, preocupado y alarmado, entendió que era necesario tomar medidas de algún tipo antes de que el contagio llegara donde él se encontraba.
D’Agramont, de quien se conocen muy pocos datos de su biografía, escribió en apenas pocos meses una epístola que advertía la necesidad de prepararse para una crisis sanitaria en todo el continente.
El Regiment de preservació de la pestilencia es el documento que escribió donde se compendian diversas metodologías, remedios y recetas para prevenir el contagio, que sorprendentemente todavía son vigentes en la lucha contra las epidemias.
Y aunque para 1348 varios libros abordaban el tema de la peste, el Regiment fue el primero escrito en catalán, pero más importante, fue el primero que abordó la Muerte Negra.
En su libro dejó medidas como la desinfección, el confinamiento, la ventilación de las calles y de las casas: y la limpieza de calles, de las cuales, todas siguen vigentes.
Igualmente, este médico español resalta en su escrito la importancia del buen ánimo como herramienta para enfrentar y derrotar a la enfermedad, incluso exigía que no se tocaran las campanas de muerte para no desmoralizar a los habitantes.
Algunos historiadores de España y Estados Unidos, expresan que este es el manuscrito más antiguo con recomendaciones médicas, y que su valor particular se encuentra en que fue escrito para el pueblo, debido a que se encuentra en catalán y no en latín, que era el idioma usado por los médicos y personas estudiadas de la época.
Lugares más afectados por la peste negra
Las ciudades más centrales en la red comercial y de peregrinación de Europa y Asia, o Euroasia, fueron las más afectada por los efectos de la pandemia. Se estiman que fueron afectadas alrededor de 1311 ciudades de estos dos continentes.
Algunos de los lugares más afectados fueron la península Ibérica, pasando de seis millones de habitantes a dos y medio, representando la desaparición sumamente rápida de entre el 60 y el 65 por ciento de la población. Cataluña tuvo la pérdida de entre el 50% y 70% de sus habitantes.
Entre el 58-68 por ciento fueron los fallecimientos de los notorios y jurisperitos en Perpiñán, cifras similares se observaron en el clérigo de Inglaterra. Mientras, en una región de Italia, llamada La Toscana, que era reconocida por su dinamismo económico, perdió entre el 50 y el 60 por ciento de sus habitantes.
San Gimignano y Siena perdieron alrededor del 60 por ciento; Bolonia y Prato más del 45 por ciento, y Florencia vio descender sus 92.000 pobladores a poco más de 37.000.
En términos absolutos, los 80 millones de europeos quedaron reducidos a tan sólo un poco más de 30 millones en el pico más alto de la pandemia. Una reducción de la población de más del 60%.
Reflejo de la actualidad
La peste negra nos enseña que los virus y bacterias se transportan y multiplican más a través de las ciudades comerciales, situación que vimos reflejada con el inicio y propagación del coronavirus que actualmente nos afecta, y que muy posiblemente no conoceremos sus estadísticas y verdadero impacto, sino cuando en el futuro, podamos leer todos los artículos y estudios que hagan los investigadores mirando hacia atrás.
La peste negra nos deja varias reflexiones, nuestro planeta es un gran ecosistema que se ve afectado por el cambio de clima, además que las conexiones comerciales hace más vulnerables los nodos de comercios, por lo que concentrar los esfuerzos de cuidados allí, nos podría ahorrar recursos y tiempo, mejorando la gestión de plagas mortales. Y que en un mundo que aparentemente es tan grande y con personas tan distintas, al final, todos estamos conectados.